El mito (Aegithalos caudatus) es un diminuto e inquieto pajarillo insectívoro caracterizado por su larga cola. Se distribuye por casi toda España, y es relativamente frecuente, sobre todo en ambientes forestales y, en menor medida, parques urbanos de cierta extensión. Se agrupa en bandos no demasiado numerosos, pero muy ruidosos y confiados ante el observador.
Es fácil de identificar por la notable longitud de su cola (7-9 centímetros), que contrasta con su pequeño cuerpecillo, de cortas y redondeadas alas. En un primer vistazo resulta un ave con una apariencia general oscura. Sin embargo, observada con atención se aprecia una banda clara que recorre toda la cabeza, así como una pechuga grisácea con tintes rojizos, que contrasta con los tonos negros y grises del dorso, la cola y las alas.
Se desenvuelve en rangos altitudinales siempre inferiores a los 1.700 metros. Requiere ambientes arbolados, con relativa preferencia por los bosquetes caducifolios de robles. Pero también cría en pinares, y en invierno se hace más abundante en las formaciones forestales dominadas por encinas y alcornoques. En cualquier caso, muestra una clara preferencia por bosques con matorral desarrollado.
Cría una vez al año, aunque ocasionalmente puede realizar dos puestas. De marzo a mayo, las hembras ponen entre 7 y 12 huevos, blancos y a veces con pintas rojizas, que eclosionan a los 13-14 días. Macho y hembra se ocupan de la alimentación de las crías. A las dos semanas, estas ya pueden empezar a volar y se mantienen cerca de sus padres. El nido no es la típica taza que elaboran otras aves. Los mitos, macho y hembra, invierten entre dos y tres semanas en construir, en las ramas de un árbol o arbusto, un nido cerrado, de forma alargada, con un pequeño orificio en el tercio superior. Está fabricado con pelos de grandes mamíferos, telarañas y musgos. El interior es tapizado con plumas, y el exterior queda camuflado con líquenes. De este modo, la estructura, de unos 20 centímetros de largo y 10-15 de ancho, pasa fácilmente inadvertida.
Es fácil de identificar por la notable longitud de su cola (7-9 centímetros), que contrasta con su pequeño cuerpecillo, de cortas y redondeadas alas. En un primer vistazo resulta un ave con una apariencia general oscura. Sin embargo, observada con atención se aprecia una banda clara que recorre toda la cabeza, así como una pechuga grisácea con tintes rojizos, que contrasta con los tonos negros y grises del dorso, la cola y las alas.
Se desenvuelve en rangos altitudinales siempre inferiores a los 1.700 metros. Requiere ambientes arbolados, con relativa preferencia por los bosquetes caducifolios de robles. Pero también cría en pinares, y en invierno se hace más abundante en las formaciones forestales dominadas por encinas y alcornoques. En cualquier caso, muestra una clara preferencia por bosques con matorral desarrollado.
Cría una vez al año, aunque ocasionalmente puede realizar dos puestas. De marzo a mayo, las hembras ponen entre 7 y 12 huevos, blancos y a veces con pintas rojizas, que eclosionan a los 13-14 días. Macho y hembra se ocupan de la alimentación de las crías. A las dos semanas, estas ya pueden empezar a volar y se mantienen cerca de sus padres. El nido no es la típica taza que elaboran otras aves. Los mitos, macho y hembra, invierten entre dos y tres semanas en construir, en las ramas de un árbol o arbusto, un nido cerrado, de forma alargada, con un pequeño orificio en el tercio superior. Está fabricado con pelos de grandes mamíferos, telarañas y musgos. El interior es tapizado con plumas, y el exterior queda camuflado con líquenes. De este modo, la estructura, de unos 20 centímetros de largo y 10-15 de ancho, pasa fácilmente inadvertida.
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