sábado, 4 de septiembre de 2021

Coleópteros: morfología, reproducción y papel en el ecosistema.

 El orden Coleptora, los coleópteros o escarabajos, son el grupo animal más numeroso que existe en el mundo. Se conocen mas de 300.000 especies, lo que supone el 30% de la fauna mundial conocida. 

En la Península Ibérica se han catalogado hasta ahora cerca de 11.000 especies y tambien aqui las cifras reales deben ser superiores. Es muy conocida la anécdota entre el arzobispo de Canterbury y el famoso biólogo evolucionista J.B.S. Haldane. "¿Qué le dicen sus estudios sobre la naturaleza del Creador?", a lo que éste respondió "Que sin duda tiene una afición desordenada por los escarabajos".

Hembra de Lucanus cervus (Lucanidae)

Macho de Lucanus cervus (Lucanidae)

Morfología.

Los coleópteros suelen reconocerse facilmente debido a que su primer par de alas (élitros) se han endurecido, formando una especie de estuche o coraza resistente e impermeable que cubre el abdomen, protegiéndolo así como al segundo par de alas que son membranosas. Los élitros no sirven para volar, por lo que el animal los separa hacia los lados y vuela con el segundo par de alas. La existencia de estos élitros es la característica que ha permitido el éxito evolutivo de los coleópteros; de hecho, el resto de su estructura muy poco evolucionada. Bastantes especies han perdido la capacidad de volar: algunos conservan las alas membranosas posteriores pero no son funcionales al haberse atrofiado la musculatura alar, en otros han desaparecido las alas membranosas, y en algunos los élitros se han soldado entre sí.

Los adultos conservan la boca masticadora primitiva, inmodificada a pesar de la gran variedad de alimentos que son capaces de tomar. Aunque algunos incluyen en su dieta sustancias líquidas como el néctar, la savia u otros jugos, la inmensa mastican su alimento. Las diferentes especies pueden alimentarse tanto de vegetales como de animales, ya estén éstos vivos, muertos o en descomposición; algunas incluso comen excrementos o madera muerta.


Reproducción.

Sin insectos holometábolos. Suelen poner los huevos en primavera o verano, en lugares protegidos donde las futuras larvas encontrarán fácilmente su alimento. La eclosión puede acontecer a los pocos días de la puesta o retrasarse, dependiendo de la especie y de las condiciones ambientales.

Sus larvas han evolucionado mucho, produciendo un sinnúmero de formas muy diferentes entre sí. Las mas primitivas son las campodeiformes, muy activas y generalmente predadoras; también encontramos larvas escarabeiformes, gordas, y casi inmóviles, o eruciformes, con patas abdominales. Las mas evolucionadas son las de curculiónidos, con morfología similar a las escarabeiformes, pero ápodas. Todas ellas tienen la cabeza bien diferenciada y conservan la boca masticadora, pero a veces se ha modificado para que funcione como boca picadora (Lampyridae, Dytiscidae). 

Tras el último estadio larvario aparece la pupa. Esta transformación tiene lugar generalmente en una celda del suelo o en el medio en el que vivía la larva. Esta pupa suele tener sus apéndices libres.

Algunas especies pueden tener hasta dos o tres generaciones anuales y otras  presentan una cría continuada si las condiciones ambientales son adecuadas. La vida adulta puede llegar a durar dos años (cerambícidos), tres (melolóntidos) y hasta cuatro o más (algunos lucánidos).

Papel en el ecosistema.

Pese a su función fundamental en los ecosistemas ,la Tierra es en última instancia un mundo de coleópteros y otros insectos. Ocupan cualquier nicho imaginable, limpian la tierra de excrementos, cadáveres y vegetales muertos, polinizan plantas, destruyen grandes cantidades de insectos perjudiciales para la agricultura, que son el alimento de aves y mamíferos, y sobre todo que mantienen en funcionamiento el mundo tal y como lo conocemos.

Familia Lucanidae.

Contiene algunas de las especies de coleópteros mas espectaculares por el enorme desarrollo que adquieren las mandíbulas de algunos machos, siendo un buen ejemplo el ciervo volador.

Su tamaño corporal oscila de medio a grande (de 1 a 9 cm) y su cuerpo es en general robusto. Tienen una coloración oscura aunque algunos como el género Platycerus, pueden mostrar tonos verdes o azules metálicos.

Los adultos son melífagos o comedores de savias de ciertas plantas. Generalmente están debajo de las cortezas o dentro de troncos muy podridos, donde sus larvas se desarrollan a expensas de la madera muerta.

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