El águila ratonera (Buteo buteo) es una rapaz de mediano tamaño, complexión robusta y coloración muy variable, que posee un aspecto bastante rechoncho cuando se la observa posada. En vuelo exhibe unas alas relativamente cortas y muy anchas y una cola no demasiado larga, que frecuentemente despliega en abanico, gracias a lo cual el ave puede practicar durante largo rato un vuelo sostenido que alterna con cernidos ocasionales. Su plumaje presenta numerosas variaciones individuales, por lo que se pueden observar desde individuos muy claros hasta ejemplares bastante oscuros. No obstante, la coloración más típica del adulto es de un tono marronáceo bastante homogéneo en las regiones dorsales y ligeramente más clara en las ventrales, donde aparece una franja pectoral blanquecina de desigual extensión.
En vuelo se hacen patentes unas amplias manchas relativamente claras —muy barradas— coincidentes con las rémiges primarias y secundarias en su cara ventral. Las alas muestran el borde posterior recorrido por una banda oscura, al igual que la cola, que puede aparecer variablemente barrada. El joven presenta las partes inferiores de desiguales tonos marrones y las coberteras dorsales con bordes pálidos; además, su cola está finamente barrada, pero carece de la ancha banda terminal propia de los adultos. Visto ventralmente, no se aprecia con nitidez el reborde posterior oscuro de las alas, y tanto estas como el cuerpo dan la sensación de estar más estriados que barrados. Finalmente, a diferencia de los adultos, que poseen el iris de color oscuro, el del joven es bastante claro.
Hábitat
Bastante poco exigente en lo que respecta al hábitat, a la hora de nidificar precisa, sin embargo, de un mínimo grado de cobertura vegetal. Por tanto, se lo puede encontrar en una gran variedad de hábitats forestales o parcialmente arbolados, desde bosques densos de montaña hasta dehesas, aunque gusta sobre todo de los paisajes abiertos, en mosaico, donde se alternen las áreas desarboladas con sotos, bosquetes y prados, desde el nivel del mar hasta los 1.600 metros de altitud. En invierno, las preferencias del busardo se hacen aún menos estrictas y aparece incluso en campos de labor sin apenas vegetación natural. En Canarias parece preferir áreas rocosas de laderas y barrancos, generalmente a bastante altitud.
Alimentación
En la variada dieta de esta rapaz se incluyen desde lombrices e insectos hasta carroñas diversas, además de micromamíferos — su presa básica en muchas regiones—, aves, reptiles, anfibios y conejos. Son muy acusadas las variaciones estacionales y locales en la alimentación de esta ave, que siempre, dado su carácter ecléctico y oportunista, aprovecha cualquier recurso disponible, lo que sin duda favorece su éxito.
Reproducción
El periodo reproductor se inicia con vuelos continuados de la pareja sobre el territorio de cría para, posteriormente, proceder a la construcción de un nido o a la reparación de alguna de las varias plataformas que existan en el terreno. Se trata de estructuras de mediano tamaño —realizadas por ambos componentes de la pareja con ramas y palos y tapizadas internamente con hojas frescas—, que se sitúan a altura variable (a veces, a más de 25 metros) en la horquilla de un árbol. Las puestas tienen lugar, según las zonas, en abril o comienzos de mayo y constan de dos a cuatro huevos, en ocasiones cinco, de color blanco con manchas rojizas o marrones, en cuya incubación se emplean ambos miembros de la pareja durante 33-35 días. Los pollos son atendidos por los dos progenitores, aunque la hembra suele permanecer más tiempo en el nido, en tanto su compañero aporta las presas necesarias para alimentarse. A los 50-55 días los jóvenes completan su desarrollo y realizan los primeros vuelos, si bien permanecerán algún tiempo más en el territorio paterno hasta que inicien la dispersión, normalmente durante el verano.
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