viernes, 18 de noviembre de 2016

Mantis religiosa

Se denomina mantis religiosa, o sólo mantis, a un insecto ampliamente reconocido que pertenece al orden Mantodea y a la familia Mantidae. Se le adjudica la palabra “religiosa” por la posición de las patas delanteras, lo que otorga a la mantis el aspecto de un individuo que une las manos para rezar.





Fuera de Europa se le conoce como mantis europea o mantis religiosa y su nombre binomial es simplemente Mantis religiosa.

Tiene una cabeza con forma triangular, ojos compuestos grandes y prominentes patas puntiagudas y “espinadas”. La cabeza es muy móvil y sus ojos dirigidos hacia adelante le otorgan una buena visión binocular. Debajo del coxis posee un punto negro anillado.




La mantis religiosa es una especie diurna, solitaria y sumamente diestra para tender emboscadas a los depredadores. Se ayuda de su coloración y su inmovilidad para pasar desapercibida entre las plantas.

Presenta un comportamiento caníbal, en el que la hembra devora al macho durante o después del apareamiento. Esto se denomina específicamente canibalismo sexual.



Esta mantis depreda vorazmente una gran variedad de insectos, arañas y otros artrópodos.

El ataque de la mantis religiosa dura apenas 100 milisegundos y el proceso es el siguiente: primero, localiza a su presa con ayuda de su visión aguzada y calcula la distancia, la velocidad y la dirección necesarias para capturar su alimento. Después extiende por completo las patas anteriores, flexiona las tibias en torno a la presa y la sujeta con fuerza. Dado que dicha presa queda empalada y sostenida por las patas, la mantis no necesita nada más y devora viva y entera a su presa, cortando y perforando los tejidos con sus fuertes mandíbulas. Sólo deja algunos fragmentos del infortunado insecto que le sirvió de comida.






El cuerpo de la mantis está adaptado para la depredación: el primer segmento del tórax es bastante largo y junto con el segmento superior de las patas le permite un alcance muy grande para atrapar a las presas. La tibia anterior también posee espinas y puede replegarse como una navaja automática, engranando con las espinas del fémur y formando así una excelente trampa.
En pocas especies la reproducción es tan peligrosa como para las mantis religiosas. De hecho, es peligrosa sólo para el macho pues existe riesgo de ser matado y devorado por la hembra en el acto sexual.

La mantis es solitaria pero se reúne con sus semejantes una vez al año para aparearse. Para ello, el macho tiene que persuadir a la hembra para que se aparee con él y no se lo coma. Sin embargo, durante o después de la copulación la hembra suele arrancar la cabeza del macho al confundirlo con un regalo “nupcial”.

Después de ello la hembra pone aproximadamente de 100 a 300 huevos en una espuma blanca llamada ooteca, encima de alguna hoja o rama. Los huevos eclosionan a principios de la primavera.

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