miércoles, 9 de octubre de 2019

Picamaderos negro.

Picamaderos negro (Dryocopus martius).
Los umbríos abetales y hayedos de las montañas pirenaicas y cantábricas resuenan en primavera con los profundos tamborileos de una especie íntimamente unida al futuro de los boques maduros: el picamaderos o pito negro, un ave voluminosa e inconfundible, que realiza una impagable labor sanitaria forestal al eliminar ingentes cantidades de insectos xilófagos y sus larvas. Ampliamente distribuido por los extensos bosques del centro y norte de Europa, este pájaro carpintero tiene en nuestro territorio una pequeña población relicta, recluida en los mejores bosques eurosiberianos de la Península.




La especie es bastante sonora durante todo el año, lo que facilita su detección en los espesos bosques donde habita. En vuelo emite un krrukrru- krru, que recuerda al sonido de un grillo, pero más grave y potente. El canto es un sonoro kvi-kvi-kvi repetido en una serie rápida. Frecuentemente, utiliza como reclamo el tamborileo sobre los troncos, que es muy potente, aunque más lento que el de otros pícidos. Las secuencias del macho son más largas que las de la hembra.

Consume, principalmente, hormigas y escarabajos devoradores de madera en todos sus estadios de desarrollo. Para atrapar los insectos, abre con su fuerte pico las galerías que los protegen e introduce en ellas su larga y viscosa lengua. A menudo se alimenta sobre el suelo, si busca hormigas.

Su periodo reproductor abarca desde abril hasta julio. El nido consiste en una oquedad de considerable tamaño taladrada en la madera de un viejo árbol —generalmente a gran altura—, y de cuya preparación se ocupan ambos miembros de la pareja, si bien parece que el macho se encarga de disponer los retoques finales.
La puesta consta de entre tres y siete huevos de color blanco, que son incubados por ambos progenitores —aunque algunos indicios apuntan a que el macho invierte más tiempo en la tarea— durante 12-14 días, tras los cuales nacen los pollos, que son alimentados indistintamente por los dos adultos. Después de algo menos de un mes de estancia en el nido, los jóvenes abandonan la oquedad donde nacieron.









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